Qué suerte.
El día termina,
pero vos,
apenas comienzas.
Y qué suerte ser tacto,
ser lluvia,
ser noche,
que viene despacio.
Qué lejos queda todo
y qué suerte
aparecer en tu prisa
y mirarme en tu abrazo.
Ya mañana vendrán
hastíos infames,
el sol de la tarde,
un adiós sin rencores.
Mientras tanto
qué suerte ser presente,
ser aquí y ahora,
ser razón y pretexto.
Quito, dosmildiez